12 DE DESEMBRE 2017
A 28 DE GENER 2018


ARTS
SANTA
MÒNICA

 

projeccions monogràfiques

 

ANDRÉS HISPANO
JORDI MITJÀ
EULÀLIA VALLDOSERA

ANDRÉS HISPANO

cv

selecció de vídeos
per a projecció

videografia seleccionada

article d'Andrés Hispano



Lo mío con el vídeo


Llegué tarde al audiovisual, a los treinta años, y quizás por eso hice del mismo un medio recursivo, un soporte en el que regurgitar mi saturada memoria cinematográfica. A la sala de edición llegué debidamente inhabilitado por años de indisciplina artística. Mi primer ámbito laboral fue el de un estudio de pintura. Siempre he pintado y dibujado, pero durante los diez años que siguieron a la universidad, viví además profesionalmente de ello. Siempre me han interesado las imágenes, el cine y la fotografía. Ya desde adolescente era un coleccionista compulsivo de todas ellas. Si me decidí por la pintura, fue por la autonomía que me otorgaba.

Cuando vi Arsenal (1985-87), el programa de Manuel Huerga en TV3, pensé que me había equivocado, que la única manera de dar salida a todas esas imágenes en mi cabeza pasaba por una pantalla y no un lienzo. No tuve una oportunidad para saltar de un medio a otro hasta una década después, cuando Huerga me contactó para hacer el storyboard de Antártida (1995) y, más tarde, integrarme en el equipo de BTV.

La tecnología digital había facilitado enormemente el uso de cámaras y mesas de edición. En BTV coordiné las Nits Temàtiques, lo que me permitió encargar, supervisar, y colaborar en diverso grado, en centenares de programas. Esa fue la escuela. Conté con una maestra singular, Lulú Martorell, una de esas personas que se saben todos los atajos, pero que olvidaron las vías principales.

Cerré la etapa en BTV con un programa, Boing Boing Buddha, en el que ensayé (junto a Huerga y Félix Pérez-Hita) con casi todo lo que había deseado ver alguna vez en la tele y, gracias a los muchos colaboradores que participaban, esa lista se hizo infinita y el programa, colectivo. Entre las piezas que componían cada programa, un assemblage en toda regla, muchas tenían un carácter de videodiario, y se trataba tanto de "bocados de realidad"grabados entre todos en noches, encuentros y fiestas diversas, como de grabaciones que procedían de la intimidad de algún colaborador. Desde el primer BBB, este nuevo acceso a la privacidad (que facilitaban las nuevas cámaras) estuvo muy presente. Cada semana nos llegaban piezas más atrevidas. BBB se conformó como una familia creativa articulada en torno a una gran generosidad; gente que tanto entregaba piezas editadas como aportaba "brutos", ideas o se pasaba la noche editando junto a nosotros. La experiencia de estar a cargo de un programa como éste me marcó enormemente. Me sigue gustando trabajar en equipo, invitar a extraños, hibridar géneros, improvisar y componer pastiches episódicos. En muchos aspectos, BBB era una puesta al día de Arsenal.

El DVD hizo entonces lo que el VHS permitió antes; darnos acceso a mucho material del gran legado cinematográfico del siglo XX y muchos, espectadores y realizadores, sentíamos la necesidad de digerir aquel legado haciéndolo nuestro en montajes propios. Hoy sucede lo mismo, a lo bestia, con internet y los formatos de "digestión" del legado audiovisual. Son numerosos y necesarios, a menudo divertidos e irreverentes y casi siempre tan elementales como elocuentes. Pienso en los literal videos, los recut trailers, en las exploding actresses, en los vídeos de Kogonada o la ansiedad de Dina Kelberman expresada en I’m Google.

En BBB no todo eran montajes de apropiación, pero saciamos aquel apetito hasta el hartazgo. De hecho, en posteriores programas como Baixa Fidelitat y sobre todo Soy cámara, he evitado la fascinación visual per se, preocupándome más bien por lo contrario: reflexionar sobre el efecto de esa fascinación, sobre el modo en que operan las imágenes y su impacto en nuestra idea del mundo.

Hasta hoy, y a pesar de haber firmado más de 200 vídeos (programas de televisión, documentales, películas super-8, audiovisuales para museos, etc.), aún no recuerdo haberme enfrentado a una escaleta, escribir un guion detallado, o usar una claqueta. No me jacto de ello, lo expongo como prueba del modo bruto, intuitivo y orgánico en que trabajo con cámaras y mesas de edición, con la lógica del pintor: abocetando, reuniendo ideas y horas de material a "tener en cuenta" a la vez que, en cada sesión, reconsidero, añado o resto como si no hubiera fin. Menos mal que he encontrado a gente con quien trabajar así. God Bless you, Félix. ¡Cuántos desvíos, improvisaciones, ensayos, rescates y descubrimientos… habiendo cruzado ya el deadline!

El acto creativo, señalaba Duchamp, tiene lugar entre lo que buscas y lo que encuentras. Un ejemplo sería el programa Mientras tanto, programa #85 de Boing Boing Buddha (octubre de 2003), improvisado en una noche junto a Félix, pero cuya ejecución y extraña belleza tan sólo se comprenden teniendo en cuenta el ingente archivo de imágenes reunido allí y a la multitud de ideas aparcadas, pronunciadas, semimontadas o anotadas que habíamos descartado en semanas anteriores. Algo parecido puede decirse de Alta Tensión, un montaje con secuencias cuasi abstractas que, sin embargo, presentan una coherencia subterránea, para mí, casi poética. La secuencia final, montada sobre el sonido de una serie absurdamente larga de interjecciones extraídas de una entrevista a Andrés Rábago, El Roto, presenta  breves planos de procedencia dispar, variaciones visuales de una idea que actúa como guion secreto, el vacío: lo aparente, el sinsentido, el engaño, la ausencia y la desaparición. Alta Tensión se presentó en la Primavera Fotográfica de Barcelona y el tema abordado era el de los medios de información y su empeño por hacer parecer todo espectacular e inmediato.

Lo que más me interesa en la realización audiovisual es, lógicamente, el efecto de la edición; el encuentro entre planos y las infinitas maneras de condicionar, modificar y  extrañar esa relación de imágenes, de resignificar su lectura y el "volumen de su voz", la severidad o delicadeza con que parecen pronunciarse según la duración del plano, el caché, la banda sonora, los fundidos o cortes a negro, etc. Suelo montar sencillamente, por corte, prestando mucha atención a la duración del plano y al fotograma de paso a otro plano. Me gusta incluir pausas en negro, silencios, intertítulos y otros recursos que interrumpan la atención, para refrescarla precisamente desde una distancia y una vigilia crítica. A veces, estas estrategias se han ampliado al guion, ofreciendo argumentos contradictorios, incorrectos o inasumibles, que buscaban precisamente la ‘reactivación’ del espectador.

Esto fue especialmente recurrente en la serie para XTVL Baixa Fidelitat, pensada como una serie de ensayos llenos de ideas y reflexiones perfectamente discutibles. Si Boing Boing Buddha se realizó como un festín para la vista, con largas secuencias que celebraban un motivo visual en montajes de material apropiado, en Baixa Fidelitat el propósito era otro bien diferente: recuperar la palabra, someter las imágenes a las ideas y, como se decía en su tráiler, despertar el espíritu crítico – "Usted no puede continuar tragándoselo todo".

Quizás debido a mi relación con la pintura y el dibujo, el audiovisual lo he asumido como una labor compartida, de naturaleza fungible y divulgativa, más que individual y artística. La cámara de super-8, sin embargo, ha estado en cierto modo a medio camino, proporcionándome imágenes, en parte imprevisibles y llenas de heridas, que hablan de su fisicidad. He filmado varios retratos en super-8, a Tàpies, Serrat, Amat y Bianchi, y en todos ellos, el soporte rugoso del blanco y negro junto a los saltos de velocidad y el efecto de la pixelación, han pintado por mí. Me llevó algún tiempo obtener del super-8 esta caligrafía visual, precisa y accidentada a la vez, para la que la Bolex 680 parecía diseñada, pues con ella puede alterarse en marcha la cadencia de captura fotograma a fotograma o pasar intermitentemente a 24fps.

En 2000 inicié una larga serie de colaboraciones con el CCCB, primero a través de la realización de audiovisuales, después comisariando exposiciones y desde 2010, participando en la creación y realización de Soy cámara, el programa del CCCB. Este proyecto, ligado a la programación del centro, es ante todo un programa de ensayo audiovisual que aborda temas muy variados, siendo el de la cultura visual uno de los recurrentes. En la serie Caníbales del tiempo, por ejemplo, he expuesto el modo en que el cine transformó nuestra idea del tiempo, a partir de las distintas modificaciones en la velocidad de registro pero también en el uso narrativo del flashback o la disposición de cámaras que facilita el tiempo congelado o bullet time. A través de nuestras colaboraciones con diversas universidades, hemos hecho de esta idea, la de adquirir conciencia sobre el impacto de la cultura audiovisual, un eje central en los ejercicios resultantes.

Puede parecer paradójico, pero junto al ejercicio de investigar las imágenes, a menudo, lo que más me interesa en mi trabajo es dificultar la posibilidad de que éstas se interpreten unívocamente, desintegrando los vínculos más evidentes que expliquen un montaje. A menudo, en montajes realizados para exposiciones, como La Creación del deseo o El Món i el llibre, este efecto se buscaba montando secuencias cuya regla de continuidad iba variando de un corte a otro, pasando de una continuidad gestual a otra conceptual, temática o plástica. Cada plano, cada corte, invitaba con facilidad al siguiente, aunque el tipo de vínculo fuese diferente. Hace falta un sexto sentido para que esto funcione, hace falta picardía y una visión de conjunto especial.

Cuando se produce ese equilibrio entre continuidad y hermetismo, cuando las imágenes fluyen sin desvelar todos sus misterios, el placer de mirar y volver a ver no se agota nunca. En algunos de estos montajes he contado con el talento de Luís Cerveró, Arturo Bastón, Félix o Benet Román, a quienes nunca me ha hecho falta explicar la cursilada del párrafo anterior, pues comprenden perfectamente la naturaleza caprichosa de las imágenes, porque a veces del encuentro de dos imágenes surge una tercera, una idea, una sensación, y en tantas otras, no.

Resumiendo, lo mío con el vídeo ha sido siempre lo nuestro con el vídeo.
And that’s the way I like it.

 

 

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